¡A FAVOR DEL CUERPO DE DIRECTORES!
En el año 2015, el filósofo y pedagogo español José Antonio Marina publicó El libro blanco sobre la profesión docente, obra en la cual se presentan una serie de propuestas sintetizadas y ordenadas que sirven para guiar las cuestiones fundamentales de la profesión docente y de la organización de los centros educativos y del sistema educativo. Estas propuestas apuntan hacia un posible pacto educativo que pueda asentarse en el tiempo y asegurar solidez al sistema educativo.
En el presente artículo recuperaremos y comentaremos la Undécima propuesta del Libro Blanco, en la cual se propone la creación de un Cuerpo de directores de Centros de Educación Primaria y Secundaria. Para la creación de un Cuerpo de directores es necesario que los centros tengan mayor autonomía curricular y organizativa. La autonomía recae y se concreta en las funciones del Director, funciones tales como administrar, organizar, liderar el centro y asegurar la calidad del aprendizaje. Una mayor autonomía implica que haya un equipo de dirección competente, que conciba el centro como un organismo que se mantiene vivo a partir del trabajo conjunto. Además del Director, quién debería ser el "catalizador del Proyecto del Centro", el Cuerpo de directores habría de estar compuesto por un gerente- encargado de organizar y planificar las actividades que se desarrollen dentro y fuera del centro- y un jefe de estudios -encargado de planificar los procesos de aprendizaje-. Las principales funciones del Director son organizativas y de cohesión en el seno del centro, y en la relación del centro con la sociedad. Para lograr la cohesión necesaria en el Claustro, y dinamizarlo, los directores deberían ser quiénes distribuyeran los cargos y las plazas del mismo, para asegurar así un adecuado liderazgo distributivo. La pregunta que aflora entonces es: ¿con qué criterios ha de seleccionarse al Director? José Antonio Marina para esta selección propone a la experiencia en el aula de los docentes, y evaluando a estos a partir de cursos de formación y evaluación de sus competencias.
La propuesta de nuestro autor va todavía más lejos. No se trata tan solo de crear Cuerpos de directores aislados en cada centro, sino que sería deseable que se creara una Red de Cuerpos de Directores que estableciera puentes de comunicación entre los directores de los Centros de las diferentes Comunidades Autónomas. La coordinación entre los directores de los Centros de infantil y secundaria de una ciudad o de zonas permitiría una mayor compenetración y organización común en las actividades y en los planes educativos. Sin duda, la propuesta elaborada por José Antonio Marina, la cual hace especial hincapié en la figura del Director y en la necesidad de conformar un Claustro sólido, resulta de mucho interés para mejorar la organización interna de los centros, y la interrelación de unos centros con otros.
En el presente artículo recuperaremos y comentaremos la Undécima propuesta del Libro Blanco, en la cual se propone la creación de un Cuerpo de directores de Centros de Educación Primaria y Secundaria. Para la creación de un Cuerpo de directores es necesario que los centros tengan mayor autonomía curricular y organizativa. La autonomía recae y se concreta en las funciones del Director, funciones tales como administrar, organizar, liderar el centro y asegurar la calidad del aprendizaje. Una mayor autonomía implica que haya un equipo de dirección competente, que conciba el centro como un organismo que se mantiene vivo a partir del trabajo conjunto. Además del Director, quién debería ser el "catalizador del Proyecto del Centro", el Cuerpo de directores habría de estar compuesto por un gerente- encargado de organizar y planificar las actividades que se desarrollen dentro y fuera del centro- y un jefe de estudios -encargado de planificar los procesos de aprendizaje-. Las principales funciones del Director son organizativas y de cohesión en el seno del centro, y en la relación del centro con la sociedad. Para lograr la cohesión necesaria en el Claustro, y dinamizarlo, los directores deberían ser quiénes distribuyeran los cargos y las plazas del mismo, para asegurar así un adecuado liderazgo distributivo. La pregunta que aflora entonces es: ¿con qué criterios ha de seleccionarse al Director? José Antonio Marina para esta selección propone a la experiencia en el aula de los docentes, y evaluando a estos a partir de cursos de formación y evaluación de sus competencias.
La propuesta de nuestro autor va todavía más lejos. No se trata tan solo de crear Cuerpos de directores aislados en cada centro, sino que sería deseable que se creara una Red de Cuerpos de Directores que estableciera puentes de comunicación entre los directores de los Centros de las diferentes Comunidades Autónomas. La coordinación entre los directores de los Centros de infantil y secundaria de una ciudad o de zonas permitiría una mayor compenetración y organización común en las actividades y en los planes educativos. Sin duda, la propuesta elaborada por José Antonio Marina, la cual hace especial hincapié en la figura del Director y en la necesidad de conformar un Claustro sólido, resulta de mucho interés para mejorar la organización interna de los centros, y la interrelación de unos centros con otros.
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